Cuando mis amigas extranjeras vienen de visita a España, la tortilla de patata, el "pan tumaca" con jamón, las croquetas y el clásico bocadillo de calamares en la Plaza Mayor, al más puro estilo turista (pero siempre acompañado de unas aceitunas) son algunos de los platos obligatorios que quieren ir a comer una y otra vez. Sin embargo, si hay algo que define a la gastronomía de Madrid, es el Cocido Madrileño. Lhardy, La Gran Tasca, Casa Carola... son algunos de los lugares imprescindibles de cualquier amante del cocido madrileño y la influencer estadounidense Rachel Anne (@rachelanne), no ha querido perder la oportunidad de probarlo.
Lo ha hecho de la mano de Kino Jerez (@kinojerez), el creador de contenido gastro que entrevista a los grandes chefs para saber cuáles son sus restaurantes preferidos. Para probar su primer cocido, el influencer llevaba a Rachel Anne a Malacatín, una taberna centenaria de la capital, ubicada en la Calle de La Ruda, 5, donde comer uno de los mejores cocidos completos de la ciudad. Conocido como uno de los templos de la cocina castiza del siglo XIX en la capital, Malacatín recibió el Premio a la mejor Sopa de Cocido en 2022, durante la 12ª edición de la Ruta del Cocido Madrileño.
La reacción de la estadounidense al probar el Cocido Madrileño por primera vez
"Esto es el Madrid auténtico, el Madrid profundo. Es increíble", cuenta nada más ver la puerta. Después de una breve explicación por parte de una de las encargadas del local, se sientan a la mesa y, acompañados por unas piparras, unas cebollitas y pepinillos encurtidos, comienzan a probar el cocido. También se atreven con unos bollitos de pan frito, típicos del local. "¡Guau!", no puede evitar exclamar Rachel mientras se echa en el plato la sopa de fideos, con la ayuda de un cucharón. "Huele a gloria", cuenta.

Así es el cocido completo de Malacatín, uno de los restaurantes más castizos del Madrid del siglo XIX, que lleva abierto desde 1865.
@malacatin
"Es una locura la cantidad de cosas que nos han traído, estoy flipando en colores", explica la chica mientras ve como la mesa se va llenando con platos de repollo, de garbanzos y patata y, obviamente de la carne que acompaña al cocido. Además del chorizo, la panceta, la morcilla y el espinazo, en Malacatín sirven otro plato con pollo y codillo cocidos.
"Esto se siente como la casa de una abuela", cuenta antes de atreverse con el caldo. "Tiene un sabor supermarcado, no es para nada como un caldo de pollo", explica nada más probar la sopa mientras se lamenta de no haber probado el cocido en los seis años que lleva en España. "No me convencía para nada esto, pero está riquísimo. Menos mal que venía con hambre", confiesa mientras prueba las bolas de pan rebozadas.
"¿Y este copazo de vino bueno que nos han traído?", pregunta a sus seguidores sobre un vino tinto que le recomendó Kino Jerez para maridar bien el cocido. "Mmm, es como muy 'cozy, muy de casita", exclama al probar los garbanzos, sorprendiéndose de que saben como la sopa. Y llega el turno de degustar la carne. Rachel Anne va acompañando cada trocito con pan de barra y, aunque confiesa que ella es más de pan gallego, asegura que ese pan también le gusta.
Además, se atreve a comparar el cocido con los platos que en Estados Unidos toman en 'Thanksgiving Day' (Acción de Gracias). "Nosotros también mezclamos varios alimentos en el mismo plato, porque funcionan muy bien", asegura. "La magia es la mezcla de los sabores, así que esto es muy americano", ríe.
"Me acabo de enterar de que esto es el codo del cerdo, que tiene un color y un olor impresionante", cuenta antes de probar el codillo. "No tiene sentido, está buenísimo y llenísimo de sabor a España", sigue explicando al probarlo.
Tras terminar el cocido y, tras confesar que se asustó un poco al verlo, comienza la cata de postres. Tarta de queso, helado de turrón con Whisky y leche frita "Está muy buena, es como una torrija, pero de leche", cuenta al degustarla. "Nos han traído también café de puchero", se sorprende. Termina su menú castizo haciendo la parte favorita de sus comidas españolas: la sobremesa. "He perdido 22 años de mi vida sin hacerla. Me da tanta pena que en Estados Unidos no la haya... puedes tener conversaciones muy enriquecedoras", concluye.